Por mucho que defienda el poder de la inteligencia artificial, no puedo evitar sentir que estamos pasando por alto algo fundamental en medio de todo el entusiasmo: la necesidad urgente de modernizar los sistemas heredados en la banca.
Los sistemas core bancarios—muchos de los cuales fueron construidos hace décadas—simplemente no fueron diseñados para soportar las exigencias de la economía digital actual. Mientras el sector se enfoca en la infraestructura en la nube, los modelos de lenguaje y las Super Apps, demasiadas instituciones financieras siguen operando con tecnología obsoleta. Estos sistemas pueden funcionar lo suficiente para evitar una falla, pero impiden a los bancos innovar con rapidez, escalar con eficiencia y ofrecer las experiencias digitales que los clientes modernos esperan.
La realidad es esta: ningún banco quiere ser el primero en renovar su core. Pero todos reconocen la necesidad de cambiar. El término “transformación digital” se usa con frecuencia, pero lo que ocurre en muchas instituciones son inversiones superficiales—mejoras cosméticas que no abordan los problemas estructurales. Mientras tanto, los retadores digitales y las fintechs siguen avanzando rápidamente.
Esta renuencia a actuar crea una situación en la que los sistemas antiguos se disfrazan de modernos, pero sus limitaciones persisten. En un momento en el que la atención está centrada en el próximo avance de la IA, quizás el movimiento más disruptivo que una institución financiera pueda hacer sea volver a lo fundamental: reconstruir cómo se mueve el dinero, cómo interactúan los sistemas y cómo crecen los bancos de manera escalable y preparada para el futuro.
La necesidad urgente de modernizar el core bancario en América Latina
En América Latina, la presión por modernizar la infraestructura core bancaria es aún más urgente.
La región ha experimentado un crecimiento exponencial en la adopción de la banca digital, con más de 300 millones de personas utilizando servicios financieros digitales, según el Banco Interamericano de Desarrollo. En Brasil, más del 70% de los consumidores utilizan banca digital, y se observan tendencias similares en México, Colombia y Argentina. Este cambio destaca la urgencia para que los bancos adopten soluciones core más flexibles y escalables que respondan a las necesidades cambiantes de los consumidores.
Además, las instituciones financieras tradicionales en la región enfrentan una creciente competencia por parte del rápido ascenso de las fintechs y los neobancos, que ofrecen experiencias digitales más ágiles y sencillas. Para seguir siendo competitivos, los bancos deben ir más allá de la transformación superficial y adoptar sistemas core verdaderamente flexibles y preparados para integrarse con APIs.
La banca componible—un enfoque modular que permite a los bancos integrar distintos servicios y proveedores externos—ofrece una forma de modernizar los sistemas core sin necesidad de reemplazarlos por completo. Este modelo permite lanzar nuevos productos más rápido, mejorar la eficiencia operativa y ofrecer experiencias mejoradas a los clientes.
Si los bancos quieren mantenerse relevantes en este nuevo entorno, el momento de actuar es ahora. Un core modernizado no es solo una actualización tecnológica—es la base del crecimiento futuro.
Modernización del Core Banking en América Latina
Un cambio de mentalidad estratégica es esencial
Muchos bancos están comenzando a ver la banca componible como una estrategia rentable para competir con los proveedores nativos digitales. Estas instituciones están cada vez más familiarizadas con las APIs (interfaces de programación de aplicaciones) y los microservicios que permiten integrar diferentes servicios en una plataforma unificada.
Para implementar con éxito la banca componible, los bancos latinoamericanos deben adoptar una nueva mentalidad estratégica. Esto implica dejar atrás modelos operativos heredados y adoptar enfoques más ágiles y tecnológicos. Los ejecutivos deben construir un caso de negocio sólido para la modernización, demostrando cómo las nuevas tecnologías pueden generar ingresos, reducir costos y mejorar la experiencia del cliente.
Un enfoque por etapas para minimizar riesgos
Una forma eficaz para que los bancos adopten la banca componible es comenzar con un único servicio o producto digital antes de comprometerse con una transformación completa. Por ejemplo, un banco podría comenzar modernizando su procesamiento de pagos o lanzando un producto 100% digital, lo que permite pruebas reales y evaluación en el mundo real.
IDC proyecta que el 40% de los bancos a nivel mundial adoptarán una estrategia de core paralelo (sidecar) para 2026. En este modelo, los bancos operan un sistema core moderno en paralelo con su infraestructura actual, migrando gradualmente servicios y clientes. Este enfoque ya ha sido adoptado por bancos líderes en América Latina, demostrando su efectividad para minimizar el riesgo operativo, reducir el tiempo de inactividad y acelerar el lanzamiento de nuevos productos digitales—todo sin interrumpir las operaciones del día a día ni requerir una sustitución total desde el principio.
Un modelo bancario preparado para el futuro
El sector bancario en América Latina está atravesando una transformación fundamental hacia servicios financieros digitales. Los bancos tradicionales que no modernicen su core corren el riesgo de perder participación frente a las fintechs y los actores nativos digitales. Al adoptar la banca componible, las instituciones financieras pueden prepararse para el futuro, seguir siendo competitivas y ofrecer servicios innovadores adaptados a las necesidades del consumidor latinoamericano.
Para los bancos en América Latina, el momento de actuar es ahora. Aquellos que adopten la banca componible se posicionarán como líderes en el futuro financiero de la región.
¿Y si hiciéramos una pausa en la conversación sobre IA—solo por un momento?
Los bancos de América Latina deben adoptar la banca componible para modernizar sus sistemas core y competir con los proveedores de servicios financieros nativos digitales.
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